Una planta sin igual
Estamos en contacto con él todos los días, pero pocos lo hemos visto crecer. El algodón crece en un arbusto, el algodonero, que produce bonitas flores amarillas o rosas, antes de transformarse en cápsulas llenas de fibras blancas: las famosas «lanas de algodón». Parecen pequeñas nubes que cuelgan de esbeltas ramas.
Cultivado desde hace más de 5.000 años, el algodón ha viajado de la India a Egipto, de las Américas a África Occidental. Aún hoy sigue siendo una de las fibras naturales más utilizadas en el mundo.
Según los países, la recolección se hace a mano o a máquina. En India, Turquía y Mali, a veces se sigue recogiendo a mano, un gesto ancestral que preserva la calidad de la fibra. Es una tarea minuciosa, a menudo llevada a cabo por familias, en la que se extrae cuidadosamente cada cápsula.
Del campo al cable
Tras la recolección, comienza el largo proceso de transformación. El algodón en bruto se limpia para eliminar las semillas, luego se carda (peina) para alinear las fibras. A continuación se hila: las fibras se retuercen en hilos de distinta finura, listos para tejer o hacer punto.
Esta etapa es crucial: según la calidad del hilo, el tejido será más suave, más resistente o más transpirable. Pero detrás de esta cadena de producción se esconden cuestiones medioambientales y sociales. El algodón convencional, si se cultiva mal, requiere mucha agua y productos químicos, y plantea cuestiones éticas sobre las condiciones de trabajo. Por eso es tan importante saber lo que compramos y estar atentos a las etiquetas.
Leer entre líneas: etiquetas
A veces es difícil dar sentido a todas las promesas del marketing. Afortunadamente, hay una serie de etiquetas que nos ayudan a ver las cosas con más claridad:
- Norma Oeko-Tex 100: garantiza que no se han utilizado sustancias nocivas en la fabricación del tejido.
- GOTS (Global Organic Textile Standard): va más allá, con estrictos criterios ecológicos y sociales, desde el campo hasta el producto acabado.
- European Flax (para el lino) y otras iniciativas locales: promover el algodón o los textiles cultivados con menos agua, sin OMG y en condiciones justas.
Ver la colección de lino lavado Soline
No siempre es blanco o negro, pero cada gesto cuenta, y cada elección es una forma de apoyar una producción más respetuosa con el planeta.
¿Y una gasa de algodón?
La gasa de algodón es la prima bohemia del algodón clásico. Utilizada originalmente en medicina o para los pañales de los bebés, hoy seduce por su ligereza, su aspecto arrugado natural y su increíble suavidad.
Técnicamente, es un tejido vaporoso, a menudo compuesto por dos o tres capas muy finas de algodón unidas por un tejido especial. El resultado es un efecto de nube, una textura viva y un confort inigualable.
Nos encanta como ropa de cama, cortinas y colchas… En nuestra casa, la gasa es especialmente popular en el dormitorio de Anna, para crear ese capullo aireado que tanto le gusta.
Ver la colección GAÏA de gasa de algodón
¿Cómo se reconoce el buen algodón?
- El tacto: debe ser suave, sin ser áspero ni demasiado resbaladizo.
- El tejido: cuanto más apretado sea el tejido, más resistente y agradable será el algodón.
- Densidad: una sábana de algodón de buena calidad mantiene su forma y no se deforma tras unos pocos lavados.
- Etiquetas: busca certificaciones (Oeko-Tex, GOTS) que garanticen un algodón sano y sostenible.
El arte de cuidar el algodón (por Mamimosa)
- Lavado: prefiera 40°C para ropa normal, 60°C para ropa blanca o en caso de alergias.
- Secado: si es posible, al aire libre para proteger las fibras y el planeta.
- Planchado: una plancha tibia es todo lo que necesitas, pero a algunas personas les gusta mantener el lado ligeramente arrugado, especialmente con lino o gasa.
- Consejo Mamimosa: «Añade un poco de vinagre blanco a la lavadora, mantiene la ropa suave y evita los restos de detergente».
Y con nosotros, el algodón cobra vida
En Anna et Moi, elegimos el algodón por una sencilla razón: es un tejido que respira, que vive, que te acompaña cada día. Nuestra ropa de cama, fundas de cojín, cortinas… todas están diseñadas para ofrecer esa sensación suave, táctil y natural que tanto nos gusta.
Mamimosa suele decir: «Una buena sábana de algodón es como un abrazo. No debe raspar ni resbalar. Tiene que ser acogedora». Y le tomamos la palabra.
Lavamos nuestros conjuntos con esmero, los dejamos secar al aire siempre que es posible y nos encanta esa sensación única cuando te los pones después de un largo día.
Conclusión: del algodón al capullo
El algodón está en todas partes, pero dista mucho de ser corriente. Detrás de cada fibra hay una historia, una tierra, unas manos y un saber hacer. Al hacer una elección consciente, estamos dando un paso hacia un interior más suave, respetuoso y cálido.
Porque te lo mereces, deja que el algodón transforme tu hogar en un auténtico capullo.
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